Prímula Kardinsky, mi favorita, mi bebé, mi última hija. En esta ocasión y dejándome llevar por la inspiración otoñal he creado una serie de 16 esculturas de lata, de tamaño manejable, 20x20x30. Con materiales como, el aluminio, maderas recicladas, cáñamos, espartos, pajas, sinamay, remaches, clavos y en definitiva, todo lo que atesoro en mi taller. He montado estas esculturillas que nos hablan de nuestro tiempo. Pasado y presente se entremezclan, se reutilizan materiales como se hacía antaño. Se combinan los elementos vegetales con la frialdad del aluminio y el acero.
Esculturas de lata «Prímula Kardinsky»
LA BASE:
El aluminio, material muy presente en nuestros días, al que sin embargo apenas prestamos atención es el hilo conductor para crear estas esculturas de lata. Quizás por el hecho de que está en todas partes, es como una extensión de nuestros cuerpos. Lo utilizamos para cocinar, para asearnos, para conducirnos hasta nuestros trabajos, donde también está presente, en nuestros ratos de ocio, en nuestras bebidas y comidas. Forma parte de todos los ámbitos de nuestras vidas y de esta forma y como a nuestra propia alma, apenas le prestamos atención. Reflejo de nuestra sociedad, de nuestro modo de vida acelerado, de nuestras prisas, de seguir a lo que brilla sin tener en cuenta su fragilidad. Símbolo de la modernidad, de la era industrial, de esa era que poco a poco estamos abandonando para volver a reencontrarnos con nuestro pasado más reciente.
La madera, el campo, los materiales naturales, los trabajos hechos a mano, la recuperación del DIY el abandono del consumo de las producciones en masa, el valor del trabajo hecho con pasión, con amor, con gusto. El valor por lo único, lo auténtico, lo artesanal.
La resina, símbolo del agua, tan presente y necesaria en nuestras vidas. Esta fluye y hace brotar de entre el acero y un cacho de madera desechada, flores.
El HORIZONTE:
Línea que separa el suelo del cielo. Flores que empujadas por el impulso de una pedalada, mostrada en modo de radio de una bicicleta e impulsadas por las cuerdas de cáñamo, yute o esparto que se funden con la base, logran finalmente incorporarse en línea vertical hacia el cielo. Buscando la luz, buscando el desplegar toda su belleza artificial.
LA BELLEZA
Y de nuevo el aluminio, el aluminio de una lata de cerveza, el corcho de una botella de vino, el recuerdo de que necesitamos evadirnos de nuestro día a día para poder apreciar algo de belleza. Aunque como en este caso, sea una imitación de la naturaleza. Finalmente la cuerda, la que tira y afloja, la que se tensa, la que nos puede servir para acabar con todo o para tendérsela a un amigo, la que une, la que ata, la que nos recuerda que necesitamos estar atados, juntados, unidos y compartiendo para poder vivir y evolucionar, para no estar solos. Como ellas, como las esculturas de flores Prímula Kardinsky en su pedestal de madera y aluminio.
